Cae la
noche
y
las conciencias se retiran
-
¿o no? -
a
reposar sobre sus almohadas
de
inquietudes, del repaso diario,
de
cicatrices pretéritas,
de
presbicias interesadas.
Tal
vez la almohada esté hecha
de
fidelidades indignas,
o de indignas infidelidades,
-¡quién
sabe!-
Lo
cierto es que …
cae la noche.