CRÍTICA LITERARIA DE LA OBRA "EL FRÍO MODIFICA LA TRAYECTORIA DE LOS PECES" Por Mª José Mielgo Busturia
Una novela entretenida, fácil de leer donde el personaje –anónimo, dado que el autor no da su nombre- (detalle sorprendente y anecdótico), pero que como niño expone perfectamente sus ideas y pensamientos desde la perspectiva infantil, sin olvidar esos flashes adultos que lanza, cuando reflexiona para sí sobre los mayores, sus pensamientos y comportamientos.
Sus personajes –de todo tipo, creencia, sexualidad- se hacen querer al final de la novela, por el cambio experimentado en un proceso donde compartir y convivir con los defectos del otro, hace que nos detengamos en los propios e incluso sin darnos cuenta, aceptemos a los demás de un modo casi natural.
Muy logrados los diálogos, que sin dejar de ser sentimentales, con cierta nostalgia, no están exentos de humor y jocosidad, que hacen esbozar algo más que una sonrisa al lector.
Personajes duros y rudos, que al final se transforman como Alexis y Alex, el único amigo del protagonista, que también ha cambiado del comienzo de la novela al final.
El personaje de Boris Borgdanov, un científico ruso, “que no creía en Dios pero que no podía aceptar una explicación irracional para la desgracia que ceba en él. Para un matemático, “todo tiene que poder probarse”, lo que una vez más pone de manifiesto que el autor de ha tenido que documentar para teorizar cómo lo hace.
Todos los personajes, al final de la novela, se hacen querer y sin olvidar, desde la perspectiva adulta, que por serlo somos más racionales y debemos vivir lo que nos toca, el autor a conseguido ese punto de “ensoñación infantil” que muchas veces añoramos los adultos, para poder cambiar el presente que nos está tocando vivir y enfrentarnos a los problemas.
Los diálogos muy logrados y el modo en que cada personaje, acorde a su condición –bien sexual, social, económica o cultural- resultan creíbles y coherentes. El autor plasma muy bien la idea de que los niños, por el hecho de serlo, ni son tontos ni dejan de percatarse de detalles de los adultos. Pone de manifiesto, una vez más, cómo para un niño la separación de sus padres –aunque actualmente es lo más habitual- le genera unos problemas de incomprensión, psicológicos hasta el punto de sentirse ellos los culpables.
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